"Yo NO voto por Mockus porque el tipo es excelente, pero está muy verde" - me dijo Laura la semana antes de las elecciones al congreso. Ella era una de las tantas personas que aún creen el cuento de que Colombia puede colapsar si no se apoya la posición guerrerista de la seguridad democrática. A ella también la convencieron de que nuestros problemas se solucionan a punta de bala, de chuzadas, de falsos positivos, de sobornos, politiquería y corrupción "en sus justas proporciones". En resumen, estaba de acuerdo con que Fabio Valencia Cossio es un mal necesario que hay que soportar si queremos conseguir un mínimo de seguridad.
Mientras ella seguía comprando el cuento que le venden desde el gobierno, como le sigue pasando a una gran mayoría de Colombianos, algunos otros nos llenábamos de esperanza viendo a 3 viejos verdes paseando en bicicleta. Llevaban una sonrisa gigante en la cara y un girasol en la mano e insistían en que construir un país distinto es posible. Basaron su campaña en hechos, pues pueden mostrar resultados más que tangibles tras su paso por la Alcaldía de Bogotá. Y mientras muchos, negando aquellos hechos, los acusaron de estar verdes en la política simplemente por ser honestos y no ceder ante la corrupción generalizada, ellos plantearon una campaña pulcra, positiva y propositiva; se elogiaron mutuamente a pesar de sus diferencias, se negaron a comprar votos, hablaron de construir sobre lo construido, convirtieron la vida y los recursos públicos en algo sagrado y dignificaron la política.
Mientras ella seguía comprando el cuento que le venden desde el gobierno, como le sigue pasando a una gran mayoría de Colombianos, algunos otros nos llenábamos de esperanza viendo a 3 viejos verdes paseando en bicicleta. Llevaban una sonrisa gigante en la cara y un girasol en la mano e insistían en que construir un país distinto es posible. Basaron su campaña en hechos, pues pueden mostrar resultados más que tangibles tras su paso por la Alcaldía de Bogotá. Y mientras muchos, negando aquellos hechos, los acusaron de estar verdes en la política simplemente por ser honestos y no ceder ante la corrupción generalizada, ellos plantearon una campaña pulcra, positiva y propositiva; se elogiaron mutuamente a pesar de sus diferencias, se negaron a comprar votos, hablaron de construir sobre lo construido, convirtieron la vida y los recursos públicos en algo sagrado y dignificaron la política.
Laura, escéptica, buscó en otros partidos a alguien con "cara de honesto" que le generara algo de confianza- y votó por él. No reparó, como le pasó a muchos, en que la gran mayoría de los partidos dieron su aval a candidatos con cuentas pendientes con la justicia. Es decir, que su candidato "honesto" inevitablemente iba a estar acompañado de delincuentes, o delincuentes en potencia. Gracias a su voto por el Partido de la U, por el Partido Conservador, por Cambio Radical o por el Partido Liberal, es muy probable que en el próximo mandato podamos reencontrarnos con la famosa frase de: "Voten, voten por estos proyectos antes de que los metan en la cárcel", pronunciada en la legislatura anterior por nuestro honestísimo presidente Alvaro Uribe - adalid de la corrección y de la ética. Aunque a Laura intento no reprocharle nada porque por lo menos depositó su voto con buena voluntad. Otros simplemente lo regalaron o lo vendieron; votaron por el PIN (el partido de los parapolíticos). Se ganaron 10 mil pesos o un tamal con chocolate y sin ningún reparo ni vergüenza entregaron la dignidad.
Ha pasado una semana desde las elecciones. Se siguen contando los votos, se siguen haciendo los análisis respectivos y a pesar de que los corruptos siguen conquistando algo de terreno, todo nos lleva hacia una conclusión muy positiva: estar verde se puso de moda. Se puso de moda porque los Verdes entraron pisando fuerte en el Congreso. Se puso de moda porque los jóvenes los apoyaron (estar jóven es estar verde, aunque en Colombia hay mucho joven que ya está rancio, podrido, que se identifica con Uribito, que avala la corrupción y que se autodenomina conservador). Estar verde se puso de moda porque siendo verdes podemos creer que se puede construir un país mejor, un país honesto, un país de mimos, de cultura ciudadana, de zanahoria y garrote. Estar verde nos hace darnos cuenta de que somos nosotros mismos los que podemos generar ese cambio.
Y Laura, a pesar de sentir que se ha equivocado, está feliz. Está feliz porque a ella, como a muchos otros, le queda otra oportunidad - y esta vez no la va a dejar pasar. Va a votar por Antanas Mockus en las elecciones presidenciales del 30 de mayo.
Porque ella, como todos los jóvenes de verdad, también quiere ser verde.
Porque ella, como todos los verdes, está comprometida con construir un país distinto; un país mejor.
Porque ella también se dio cuenta de que estar verde y feliz es mejor que estar rancio y amargo.
Definitivamente, estar verde está de moda.
Les recomiendo que visiten la página web del partido verde, que se enteren de las propuestas, que se contagien de honestidad. Es una sensación deliciosa. Entenderán por qué estos viejos verdes van tan sonrientes por la vida.
Patadas de Ahogado, como habrán podido ver, también está felizmente verde.
Patadas de Ahogado, como habrán podido ver, también está felizmente verde.
"Muéstrame a un joven conservador y te mostraré a alguien sin corazón"
Winston Churchill