13 de septiembre de 2010

La Obediencia

Hace algunos años fui profesor de colegio. Asumí el reto de ayudar a educar a una nueva generación cuando tenía apenas 23 años y ni siquiera sabía cómo educarme a mi mismo.  Fue una experiencia maravillosa, llena de satisfacciones y frustraciones, pero sobre todo, llena de enseñanzas.  Fueron dos años que me marcaron (positivamente) para toda la vida y por los cuales siempre estaré agradecido*.

Recuerdo que alguna vez, en medio de la frustración que conlleva enseñar a adolescentes -quienes por naturaleza tienden a ir en contra de las normas establecidas-, tuvimos una conversación entre algunos profesores.  Discutíamos acerca de la obediencia.

Qué podemos hacer los profesores para mejorar el comportamiento de los estudiantes? Cómo combatir la frustración de lidiar con tantos adolescentes cuando (tan frecuentemente) optan por saltarse las normas? Será el castigo la mejor solución?

En mi clase opté por intentar explicar a mis alumnos el por qué de las normas, en lugar de apelar solamente al castigo por incumplirlas. Siempre he creído que las reglas no se crean por capricho y no aparecen de la noche a la mañana, sino que son acuerdos de convivencia indispensables para poder vivir juntos en este mismo mundo y que deben tener alguna lógica subyacente.  Para mí, personalmente, es indispensable entender esta lógica: entender el por qué.  Y creo que si no soy capaz de entender alguna regla en especial y me cuesta cumplirla, algo debe estar mal con ella, y la solución es hacer mi mejor esfuerzo para cambiarla.  Me someto a ella mientras cambia, pues es un acuerdo social existente que debe ser respetado por cuestiones prácticas -para evitar el caos-, pero hago todo lo posible por modificarla, pues aquella regla no funciona para mi.  ( En esta categoría entran hoy en día situaciones como la prohibición de las drogas o la extrema burocracia gubernamental, entre otras muchas.)

Recuerdo que en aquella conversación este enfoque recibió algunas críticas. Me sugirieron que “perdía” mucho tiempo de clase en la labor de explicar las reglas. Había otros profesores mucho más experimentados, más eficientes, en cuyas clases los alumnos se comportaban de mejor manera y no perdían tanto tiempo en cuestiones disciplinarias.  Aquellos profesores se imponían desde un primer momento, hacían valer su posición, y sus alumnos se comportaban adecuadamente, simplemente “entendiendo” que las normas son para cumplirlas.

Algo había de cierto.  Normalmente daba demasiada cantaleta en clase.  A veces, por estar teniendo este tipo de conversaciones, no me alcanzaba el tiempo para cubrir el tema propuesto en el programa. Pero para mí esto siempre fue secundario pues mi labor central era la de educar, y creía que este tipo de discusiones serían mucho más útiles a mis alumnos en el largo plazo que el alcanzar a hacer tres o cuatro ejercicios más del libro de gramática.  Además, las discusiones las teníamos hablando en inglés, con lo cual justificaba el nombre del curso que dictaba.  En cuestiones prácticas era ineficiente,  tenía que confrontar más casos de indisciplina y alcanzaba altísimos niveles de frustración. Pero para mí era una cuestión personal, de cómo entiendo yo la vida y de la importancia que le doy a entender las normas, más que a cumplirlas.

Hace un par de días, siguiendo una recomendación hecha por Hector Abad en su columna de El Espectador, me encontré con el experimento de Milgram sobre la obediencia a la autoridad.  He puesto los tres videos mostrando el experimento al final de esta entrada.

Despues de verlos quedé aterrorizado, al igual que el narrador de la historia.  Ver gente normal, inteligente, educada, bienintencionada, como cualquiera de nosotros, que llega a cometer este tipo de barbarie simplemente por la necesidad moral de obedecer a una autoridad establecida me hace temblar de miedo frente a la sensación de ser tan fácilmente manipulable.

Reafirmé el valor que le doy a tener criterio antes de obedecer y la importancia de la desobediencia.  Justifiqué mi animadversión al concepto militar de la obediencia debida y a seguir las normas “porque sí”, “porque yo digo” o “porque las normas están hechas para cumplirlas”. Recordé esta vieja conversación entre docentes y me sentí satisfecho, pues creo que todas esas horas de discusión en clase pueden haber valido la pena.

Recordé también las sensaciones tenidas estos últimos años lejos de Colombia, viendo desde la distancia las atrocidades cometidas por las autoridades en nombre de lo que consideran correcto, apoyadas por ciudadanos de bien que obedecieron ciegamente a aquel gobierno a pesar de saber, muy en el fondo, que muchas de sus acciones eran moralmente reprochables. Recordé la pasividad frente a la barbarie cometida por quien estaba enfundado en un velo de autoridad, y volví a sentir la frustración de ver a mi país manipulado.

Entendí también la gran importancia que tiene la iniciativa planteada por el Partido Verde, donde se busca establecer un procedimiento para que toda ley deba: 

Publicarse, Explicarse, Entenderse y Cumplirse.

Espero que vean los videos con atención y que, como yo, se indignen con nuestra capacidad de violentar al otro por hacer lo que en determinado momento creemos correcto. Ojalá esta entrada del blog sea un granito de arena para que con más frecuencia cuestionemos nuestros dogmas, nos rebelemos frente a la autoridad y no sigamos tragando entero.    

***
*El Padre Francis, rector del Colegio donde estudié y donde más adelante fui profesor, se encuentra hospitalizado después de un intervención quirúrgica.  Aprovecho esta entrada del blog para mandarle las mejores energías y desearle una pronta recuperación, al igual que reiterarle mi eterno agradecimiento por haber dedicado su vida entera a la formación de personas como yo.

 Experimento de Milgram: Parte 1 de 3


 Experimento de Milgram: Parte 2 de 3


 Experimento de Milgram: Parte 3 de 3


3 de septiembre de 2010

SÍNDROME POST-VACACIONAL: EL LEGADO

Se fueron las elecciones... y llegaron las vacaciones.  Se acabó la vorágine y el resultado fue el por todos conocido.  Perdimos los Verdes, ganó Juan Manuel - el heredero de Uribe.  Y el país por donde iba: “de culo pa’l estanco”, diríamos en Colombia. O por lo menos así pensaba yo.  La única opción: seguir adelante. Pero antes...vacaciones. Dejamos el guayabo y el dolor de patria para después.  

Desconexión total durante algo más de un mes, casi dos. Visita de la familia, paseo por la vieja Europa: la increíble red de carreteras alemana, el legado de Mozart, los maravillosos palacios de los Habsburgo,  la Casa de la Opera en Viena, el impresionante Danubio en Budapest, la bohemia Praga, la imponente Berlin, el romance de Paris, Londres... No alcanzan las palabras. Tres semanas de encuentro frontal con la historia, día tras día sintiendo el peso de generaciones y generaciones que estuvieron aquí mucho antes que yo y nos dejaron este pedazo de mundo absolutamente fascinante.  Hunos, romanos, prusianos, barrocos, renacentistas, napoleonicos, fascistas, nacional-socialistas, demócratas, comunistas, independentistas, músicos, artistas, políticos, monarcas, emperadores, cubistas, impresionistas, clásicos, neoclásicos, futuristas... Cuántos años y cuántos seres extraordinarios construyendo esta imperfecta sociedad, moldeándola y convirtiéndola en la que conocemos hoy. Cuántos legados, cuántas visiones del mundo, cuántos proyectos sobrepuestos los unos sobre los otros. Cuánta trascendencia para seguir vivos tantos años después...

Llega el regreso a la vida cotidiana.  La familia vuelve a Colombia y yo de vuelta a la realidad.  Acomodarse a trabajo nuevo, lavado de cara al blog e intentar seguir adelante.  De vuelta al guayabo y al dolor de patria, y a enfrentarnos con otro legado. Esta vez el del “mejor presidente de la historia”. El uribismo que abruma a Colombia.

Intentando reconectarme, busco en los períodicos y las revistas, hablo con los amigos y la familia, pregunto a los conocidos y a los no tan conocidos y no encuentro por ningún lado a ese “gran hombre” que acaba de dejar la presidencia.  Se acabó el gobierno de Alvaro Uribe (todavía me cuesta creerlo, qué felicidad!) hace alrededor de un mes y aparentemente su figura -y su legado- se han esfumado de la realidad nacional. Absolutamente sorprendente.  

El heredero hoy en día cuenta con una envidiable popularidad, irónicamente gracias a que desde el momento de su posesión ha sabido cambiar de tono y borrar al caudillo de todos los ámbitos. Nombró como ministros a quienes habían sido grandes críticos de su antecesor, invitó al presidente de Ecuador a su posesión y le entregó una copia de los computadores de Raul Reyes - a manera de desagravio por la incursión en su territorio. Le hizo saber a Alfonso Cano que la puerta del diálogo no estaba cerrada a las Farc.  Se reunió con Hugo Chávez en Santa Marta para “normalizar” relaciones.  Estableció como tema prioritario el desarrollar una reforma agraria para devolver las tierras a los desplazados (aquellos que según el anterior gobierno no existían, pues se habían convertido en migrantes, turistas internos). Tendió puentes con las Cortes y predicó respeto a la oposición. Y cuando sucedió el primer atentado terrorista bajo su mandato no se apresuró a acusar a las Farc - pidió prudencia y dejó entrever que existía la posibilidad de que la autoría fuera de miembros de la extrema derecha.  

Imposible imaginarlo más lejano a su antecesor. Dificil encontrar algo más opuesto al legado uribista. Y lo mejor (y lo más absurdo) es que la mayor parte del apoyo al presidente nuevo viene de aquellos furibundos uribistas que hace unas pocas semanas, henchidos de orgullo, llamaban mamerto y guerrillero a todo aquel que tuviese una opinión medianamente diferente a la de su caudillo.  

Definitivamente Colombia es un país maravilloso, difícil de descifrar.  Tendré que dedicarle más tiempo a leer y tratar de comprender cómo se forma la opinión pública en el país, porque no entiendo cómo pasamos del imperio del macartismo a lo que tenemos hoy en día, en menos de dos meses.   Tal vez aquel “legado uribista” no era más que una alucinacion impulsada por los medios, una cortina de humo (como tantas que bajo su gobierno supo tender), efímera y superficial, que se esfumó tan rápido como se generó.  Tal parece que lo que algunos se apresuraron en definir como “el mejor gobierno de la historia” no ha tenido más de un mes de trascendencia.  Fue simplemente un pequeño paréntesis en nuestra historia, ya de por si corta.

Vuelvo de vacaciones renovado, tranquilo, mesurado. Tal vez incluso hasta un poco más sabio.  La gran historia de la vieja Europa, con sus múltiples capas unas sobre las otras, con el peso de los siglos y los siglos, con sus maravillas y sus cicatrices, me ha otorgado la distancia para entender que nuestro pequeño ex-presidente no estaba destinado a acabar con el país, que su sucesor tampoco lo hará, y que todavía es mucho lo que tenemos por delante para construir.  

Se acabó el dolor de patria, pues hoy entiendo que eso que llamamos patria es y será siempre más grande que el gobernante de turno.  

Permanece la sana costumbre de desconfiar de quien nos gobierna, y de observar y participar vigilante de lo que pasa en nuestro país, a pesar de la distancia. Permanecen las ganas de trabajar para construir ese país capaz de maravillar a quienes lo visiten en uno, dos o tres milenios.  Sería maravilloso poder hacerlo con los actuales verdes, si sus líderes llegan a obtener la lucidez necesaria para ponerse de acuerdo, dejar de patinar en pequeñeces y asimilar la gran oportunidad que tenemos para generar un proyecto de verdadera trascendencia - que no se esfume como un legado vacío.

13 de junio de 2010

La Marea Fluye

Por Héctor Abad Faciolince

Hay un poema de Antonio Machado que siempre me acompaña en los momentos de desconsuelo.  Me lo recito en voz baja, como si fuera una jaculatoria, y produce en mi mente una agradable sensación de calma:

Sabe esperar,
aguarda que la marea fluya,
—así en la costa un barco—
sin que el partir te inquiete.

Todo el que aguarda
sabe que la victoria es suya
porque la vida es larga
y el arte es un juguete.

Y si la vida es corta
y no llega la mar a tu galera,
 aguarda sin partir y siempre espera
que el arte es largo y, además, no importa.

Las mareas suben y bajan. Esto fue lo que ocurrió con la “Marea Verde”. Hicieron las últimas encuestas públicas con la marea alta, pero las elecciones nos cogieron con la marea baja. Y estamos mareados de desesperación y sensación de derrota. Pero la marea puede volver a subir, y si las elecciones del 20 nos cogen con la marea arriba daremos una sorpresa más grande que la derrota anterior. Con el pesimismo de la razón, pero también con el optimismo de la acción, debemos ir a votar, disciplinados y alegres, por Mockus y Fajardo.

El triunfo de Santos, de los sectores más corruptos y retardatarios del país y de las viejas clientelas políticas, será la continuación de nuestra tragedia. Ya se anuncia, además, el desmonte de algunos logros de la Constitución. Si un militar, aliado con paramilitares, decapita un niño en San José de Apartadó (como ya ha ocurrido), el militar será absuelto por la injusticia penal militar. Ocurrirán otras cosas nefastas: en pocos días adjudicarán a la familia Santos, aliada con una familia de franquistas de España, un nuevo canal de televisión del que es socio el actual vicepresidente (con una acción, sí, pero que vale varios millones de dólares). Así Colombia entrará en una era berlusconiana en la que el Presidente será también el dueño casi total de la información televisiva, con dos o tres canales a su servicio.

El PIN, como ya lo hizo en la primera vuelta, votará de nuevo por Santos. Votarán por él los neo narcos y ex paracos que han tenido vida cómoda —comprando tierras sin fin— en los ocho años de Uribe. Votarán por él los grandes contratistas del Estado, metidos también en el tercer canal. Esta semana una entidad independiente publicó el Índice Global de Paz. Entre 149 países del mundo Colombia ocupó el puesto 138, uno de los peores. Apenas nos ganan Irak, Afganistán, Somalia y pocos más. Después de ocho años “del mejor gobierno de nuestra historia” Colombia sigue siendo uno de los países más violentos del mundo. El menos pacífico de todo el continente americano. Hasta la horrenda Venezuela de Chávez está mejor que nosotros en materia de violencia.

Es probable que dentro de ocho días ganen la mentira (no aumentaré los impuestos), la picardía (la falsa voz de Uribe), los falsos positivos (muchachos asesinados a sangre fría y presentados como guerrilleros muertos en combate), la clientela de los contratos estatales y de los canales de televisión. Es probable. Pero los que no estamos de acuerdo con este estado de cosas, los colombianos a quienes nos repugna la violencia y la corrupción, tenemos que demostrar, por lo menos, que somos varios millones y que no nos dejamos hundir ni amedrentar. Que sabremos esperar. Que la marea volverá a subir y un día desterraremos este oprobio de Colombia donde los primos y los hermanos de los mafiosos son los grandes ideólogos del Poder. Para poder esperar, eso sí, tenemos que salir a votar masivamente, como una marea verde que sube, sube, sube.

Hay que apoyar este proyecto de limpieza. Contra la chavista Piedad Córdoba que llama a la abstención al unísono con la guerrilla nefasta; contra las nuevas mafias que están con Santos; contra el voto en blanco de Petro; por los alcaldes que más han hecho por las grandes ciudades del país; por los que creemos en un país verde, limpio y solidario. Tenemos que sudar hasta el último voto y demostrar que los hastiados, los indignados, los que no comulgamos con el oprobio, somos millones. Millones.

28 de mayo de 2010

Razones

En el proceso de escribir un texto para explicar las razones por las cuales creo que Antanas Mockus debe ser el próximo Presidente de Colombia, recibí este mensaje de un par de amigos con quienes en realidad compartimos muchísimo más que el tiempo que hemos tenido para compartirlo. Quise publicarlo en el blog porque su escrito explica perfectamente mis razones para votar por Antanas Mockus, y las razones por las cuales creo que mis hermanos, mis padres, mis tíos, mis primos, mis suegros, mis cuñados, mis amigos y todos aquellos que leen este blog deberían tambien permitirse el placer de votar verde.

Gracias a Cata y a Sergio por sus palabras.



NUESTRAS RAZONES PARA VOTAR POR ANTANAS
 


Cata y yo quisimos compartir algunas ideas que escribimos para un primo muy querido. Esperamos que contribuyan a la reflexión electoral.
 


Ya todos saben que nuestra opción es votar por Antanas. Tenemos el facebook lleno de girasoles y portamos con optimismo la manilla del partido verde. Creemos de corazón en esta posibilidad. Por eso, queremos mencionar algunas de nuestras razones.
 


1. La idea de tener un presidente - profesor realmente nos seduce. Nuestros 200 años de vida independiente comenzaron con gobiernos militares y de ricos hacendados. Y, haciendo honor a la verdad, pocas cosas han cambiado. Por eso, creemos que tiene un inmenso peso simbólico que nuestra nación opte por un maestro (de universidad pública, además). Eso nos dice que empezamos a preferir socialmente el valor de educar.
 


2. Nos sentimos plenamente identificados con el propósito de la legalidad que promueve la candidatura de Antanas. Estamos convencidos de que muchos de nuestros problemas radican en que hemos construido una sociedad "ilegal". Es decir, una sociedad "del atajo". Vivimos en un país en el que "todo vale", en el que las reglas no importan. En el que cada quien elige un fin propio, lo proclama como superior, y hace "lo que sea" para lograrlo. 
 
Y ese es un tema que nos afecta a todos. Pues son tan atajistas los ganaderos que decidieron contratar ejércitos propios para defenderse, como los ciudadanos que compramos repuestos baratos en Sanandresito, o los que tomamos una contravía para llegar más rápido a la casa, los que pagamos al tramitador, los que evadimos impuestos y los que le damos “pa’ la gaseosa” al policía que quiere ponernos un parte. 
 
En todos esos casos, nuestros intereses personales están por encima del interés general. Que es, precisamente, lo que significa y preserva la legalidad. Pues ley es lo que defiende el interés de todos. Lo que nos protege del deseo de unos pocos. Lo que nos da seguridad... Seguridad física para pasear y seguridad económica para hacer transacciones... Seguridad de saber que no te van a trampear... Seguridad de saber que le podemos decir a los niños que si pasan por las esquinas no los atropellarán.
 


3. Nos encanta que esta idea de legalidad es un reto de todos. Así es. El valor de la ley y de las normas, el reto de la convivencia no es un problema del presidente. Es un propósito en el que todos contribuimos. Por eso, votaremos por Antanas con la convicción de que, al hacerlo, nosotros mismos estamos adquiriendo un compromiso: el compromiso de la ciudadanía responsable. El compromiso de cambiar. Creemos que el inquilino de la casa de Nariño es tan sólo un funcionario público... Sin duda el más importante... Pero estamos seguros de que el país que queremos lo construiremos entre todos.
 


4. ¿Y por qué, si el reto es de cada uno, no da lo mismo votar por cualquiera? Porque lo que la propuesta del partido Verde nos garantiza es que el Gobierno va a respetar sus límites y que hará lo posible por cumplir con sus obligaciones. Que no habrá transacciones ni negociaciones. Que nos gobernarán con criterio técnico... Y eso nos brinda total tranquilidad. Porque Antanas no tiene cola burocrática, porque no se ha enriquecido, porque no es dueño de fortunas ni proviene de familias poderosas. Porque es un tipo como nosotros. Un profe... Un tipo al que le gusta oír más que hablar. Leer más que discursear. 
 


5. También nos gusta que no nos prometan cosas. Estamos jartos de los políticos que nos sacan votos a punta de repetirnos las necesidades que todos compartimos (y que todos sabemos). Preferimos que nos digan que vamos a tener que pagar impuestos, que no vamos a ganar millones y que la inversión no será sostenible si entre todos no cambiamos. Preferimos al político sin asesores, al que no se enfocó en su publicidad, al que se equivoca, al que duda. Preferimos que nos gobierne un ciudadano bien rodeado que un caudillo solitario.
 


6. Compartimos muchas de las dudas y críticas que se le han hecho a Antanas. En algunas cosas nos parece terco, en otras neoliberal y hasta un poco autoritario. Preferiríamos que tuviera una posición más comtundente frente a algunos temas y que fuera más claro. Además, reconocemos la calidad de varios de los candidatos. Sin embargo, tenemos la tranquilidad de que un voto por los verdes es un voto seguro... Lo hemos vivido en carne propia... Tanto en nuestra Universidad como dos veces en Bogotá... Por eso, nos encanta que en campaña nuestro candidato sea diferente... Queremos que se concentre en pensar en el reto de gobernar y no en una estrategia de venta que pone a la política en el mismo nivel mediático del jabón.
 


7. Creemos en el valor de la simpleza. Y sabemos que si los colombianos realmente nos metiéramos en la cabeza que "la vida es sagrada", que "los recursos públicos son sagrados" y que "con educación todo se puede", realmente viviríamos en un país mejor. No en un país perfecto, pero sí en un país en el que cada uno pueda expresar su libertad... Los retos de la equidad y de la atención social no dan espera... Pero, para solucionarlos, tenemos que dar, primero, un paso gigante... Tenemos que hacer que nuestro pacto social sea posible y estable. Tenemos que lograr la transformación cultural que estamos pidiendo a gritos. Esa transformación cultural sin la cual seguiremos siendo un país de mafias y grupos ilegales.



8. Votaremos por el Verde porque su mensaje es de optimismo, de creatividad y de humor... Nos encanta pensar en que nos puede gobernar un hombre que se ha disfrazado siendo adulto, que le da valor a los símbolos y que le quita seriedad a su propia vida... Nos sentimos identificados con una propuesta que no recalca en los problemas - ya muy diagnosticados - de nuestro país... Sino que piensa en soluciones. Y en soluciones diferentes... Que valora el arte, la ciencia y la innovación. 
 


9. Finalmente votaremos por el Verde porque sabemos que Antanas no es único... Peculiar sí, pero ni único ni indispensable. Más bien es un líder positivo. Porque si el proyecto de una nueva sociedad, basado en el compromiso de todos, "pega", el día de mañana elegiremos entre más y mejores candidatos. Ciudadanos normales con vocación de servicio.  
 


Realmente amigos, votaremos por Antanas porque queremos votar por nosotros mismos... 
 
Y por eso los invitamos a hacerlo también...

Cata y Sergio

(*****Si en algo te identifica este correo, siéntete en la libertad de circularlo)


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Bonus track...



25 de abril de 2010

Lo que Colombia merece, lo que nosotros merecemos.

El siguiente análisis es de un profesor de la Universidad Javeriana.  Oscar Hernández Salgar, Músico y Administrador Cultural,  Magíster en Estudios Culturales, Director del Departamento de Música de la Universidad Javeriana. (Parece que los Jesuitas se están poniéndo verdes… )









Ante la descarada omisión que los medios están haciendo de las propuestas programáticas de los candidatos presidenciales, cada vez es más necesario que los ciudadanos nos tomemos el trabajo de utilizar los medios a nuestro alcance para llevar la discusión a niveles más profundos. El debate de la semana pasada mostró un alto grado de trivialización del escenario político. Los medios están contribuyendo a menospreciar la capacidad de comprensión del colombiano promedio y sólo hacen ecos de programas de gobierno que se resuman en dos o tres palabras. Cuando alguien expone un concepto que va más allá de las consignas obvias, dicen que es confuso y que no tiene claridad.

Por eso es importante mostrar las propuestas de la forma más clara posible y tomarse el espacio necesario para destruir los mitos que se han ido creando alrededor de figuras como Mockus, a quien como no le pueden achacar ninguna relación con intereses oscuros (como a otros candidatos), le han terminado endilgando una pretendida debilidad de carácter acompañada de confusión de criterios.

Vamos por partes.

Juan Manuel Santos, que quiere mostrarse como el sucesor de Uribe, exhibe la bandera de la mano dura basado en su gestión como Ministro de Defensa. Desde esa posición elabora un discurso parecido al que impuso George Bush sobre el terrorismo hace ya varios años: 

“quien no está conmigo está contra mí”. 

La versión reeditada para la campaña es:

“quien no usa un lenguaje agresivo exclusivamente dirigido a las Farc, es un blandengue que se va a doblegar ante las exigencias del terrorismo”

Además de convertir a la seguridad democrática en una marca registrada, cuando se supone que es un deber de cualquier gobierno civilizado, esto conlleva el supuesto de que si alguien señala la necesidad de acabar con otras fuentes de violencia  (violencia doméstica o corrupción, por ejemplo), es porque se está haciendo el de la vista gorda ante el terrorismo de las Farc y va a echar al piso la seguridad democrática. Estos razonamientos son simplemente inaceptables, pero terminan siendo parte del sentido común de la mayoría de la población porque han venido siendo presentados en los medios con la misma persistencia irracional de cualquier emisora que quiere “pegar” una canción. Uribe se ha encargado durante los últimos ocho años de dejar muy en claro que en este país el terrorismo se llama la’far’ y que todos los males son culpa del terrorismo. A cualquier persona sensata esto le parecería una simplificación excesiva de la realidad compleja de un país como Colombia, pero la aceptación que tienen estas tesis es una evidencia de que la gente no quiere enredarse y busca cosas simples. La postura de Mockus es mucho más coherente y pertinente, pero no por eso es menos clara o menos sencilla. Lo que pasa es que en el estado actual de cosas, dicha propuesta requiere de una pequeña explicación para ser entendida (explicación que no tiene cabida en nuestros debates estilo reinado de Cartagena).

Aquí va la explicación:

El narcotráfico ha potenciado en Colombia una cultura en la que es justificable salirse de la ley (por ejemplo usando la violencia) para adquirir poder. Esa cultura es algo que tienen en común, por citar unos ejemplos, los guerrilleros de las Farc, los rastrojos, los políticos del PIN, y algunos niños que desde las comunas de Medellín aspiran a ser otro Pablo Escobar, otro Chupeta, otro Don Berna. Pero la cultura del narcotráfico no se ha limitado a los círculos cercanos de los narcotraficantes. La cultura mafiosa ha terminado haciendo cada vez más débiles los límites morales, legales y culturales de grandes sectores de la población. A muchos no les parece grave evadir uno que otro impuesto de vez en cuando, o saltarse la letra pequeña cada cierto tiempo - “¡Pero si yo no le hago daño a nadie. El estado no siente!”-. Estamos más acostumbrados que otras sociedades a darnos permisos, a forzar los límites y a usar atajos para “facilitar las cosas”. No es que todo esto sea un fruto del narcotráfico, pero nadie puede desconocer que el narcotráfico ha logrado sacar lo peor de muchos colombianos. Y una de esas peores cosas es la cultura de la trampa y el atajo. 

Así, en la propuesta de Mockus se pueden identificar dos premisas esenciales;
En primer lugar, el país tiene un problema cultural que no se puede achacar a un solo actor de forma exclusiva. Para ponerlo en otros términos, la seguridad democrática sería como la medicina alopática o convencional que ataca los síntomas (la’ far’) sin preocuparse por las relaciones sistémicas que hay detrás de esos síntomas. La propuesta de Mockus sería en cambio como la de la medicina bioenergética: tratar el sistema para que desaparezcan los síntomas. Intervenir directamente la cultura y crear un cambio de mentalidad para que no sea aceptable, bajo ninguna circunstancia, la violación de algunos principios básicos, como el respeto a la vida y el respeto a los recursos públicos. A esto se refiere Mockus cuando propone crear tabúes de manera que robar o matar sea igual de feo que pegarle a la mamá.

En segundo lugar, y yendo más adentro en la naturaleza del problema, tenemos un tremendo divorcio entre la cultura, la ley y la moral. ¿qué quiere decir eso? Quiere decir sencillamente que lo legal nos parece jartísimo, lo que nos atrae y nos entusiasma suele ser ilegal y el hecho de saltarnos la ley no nos provoca remordimientos. Así de sencillo. Por eso es frecuente oír por ahí que tenemos una legislación para un país como Suecia. Nosotros mismos no aceptamos que una legislación progresista sea para Colombia porque reconocemos que nuestra cultura menosprecia el valor de la ley. Y lo más grave: no nos importa. Porque, como en todo estereotipo, esto tiene un lado bueno -que es el famoso mito de la malicia indígena. Los colombianos nos las damos de vivos, de maliciosos, de astutos, y nos burlamos de los canadienses, los gringos y los austríacos porque nos parecen excesivamente ñoños. No hay que ser demasiado vivo para darse cuenta que es esa misma viveza la que nos lleva a pasar por encima de la ley sin que se nos mueva un pelo. Y es esa cultura de la trampa (la malicia indígena no es más que un eufemismo), la que ha sido alimentada por la ambición que trae el narcotráfico y que nos tiene metidos en una espiral de violencia que lleva más de medio siglo.

Ahora bien, ¿cómo se crea un cambio de mentalidad tan grande como para cerrar la brecha entre nuestra cultura y nuestra ley? Lo más interesante es que Mockus es precisamente el único dirigente político en el país que ha logrado cambios de este tipo desde una posición de gobierno. Voy a mencionar dos ejemplos muy sencillos: En la década de los ochenta era imposible ver a alguien en Bogotá manejando con cinturón de seguridad. Al finalizar la primera alcaldía de Mockus todo el mundo había desarrollado el instinto de ponerse el cinturón antes de arrancar. De igual manera, a principios de los noventa los peatones debían cruzar la calle entre los carros porque no existían cebras y mucho menos existía la conciencia de respetarlas. Hoy en día el conductor que queda atravesado en una cebra por un cambio de semáforo siente inmediatamente la presión de estar haciendo algo mal. Estos cambios no se lograron únicamente con mimos o con tarjetas rojas. Pero tampoco se debieron exclusivamente a las multas. Estos cambios se dieron gracias a la combinación de diferentes elementos. ¿Cuáles elementos? Pues precisamente los que permiten acercar la ley a la cultura y éstas dos a la moral. La multa funciona como una sanción legal, pero si no va acompañada de una presión social, el multado termina buscando la forma de evadirla y no llega a sentir culpa. El mimo funciona como el símbolo de una sanción social, pero si no va acompañado de una multa, no genera la fuerza suficiente para convertir el comportamiento en hábito. Por eso la estrategia se puede resumir así: combinar presiones legales con presiones sociales, en la misma dirección, para producir remordimientos y culpas por los actos ilegales. Por esa vía se lograron cambios importantes y duraderos en Bogotá que hoy a muchos nos siguen enorgulleciendo.

La pregunta es: ¿puede usarse el mismo razonamiento para resolver los problemas de Colombia? La apuesta es que sí se puede. De hecho es una apuesta que apunta a una mano dura, más dura que la del uribismo más recalcitrante. Por una sencilla razón: la mano dura de Uribe-Santos está dirigida a erradicar militarmente a la “far”. La mano dura de Mockus en cambio está dirigida a atacar jurídica, social y militarmente cualquier tipo de ilegalidad. Y sabemos que la tolerancia a la ilegalidad está detrás de todos los problemas del país. Desde la corrupción hasta el desempleo pasando por la crisis de la salud y el narcotráfico. El enemigo no es la izquierda o la derecha. El enemigo no es el que piensa distinto o el que se niega a darme la razón. El enemigo es la ilegalidad, en todas sus formas. Necesitamos que Colombia sea un país legal.

No es fácil, pero se puede. Se necesita una revolución cultural. Y para esta revolución se necesita un mandato claro. Por eso es importante que Mockus gane no raspando, sino con muchos, muchos votos.  No estamos pensando en ganar la campaña, sino en emprender la tarea gigantesca de cambiar a Colombia para convertirla en un mejor país. Si estas ideas le parecen convincentes, por favor vote por Mockus el 30 de mayo. Si le sigue pareciendo muy complicado y necesita algo más simple, puede seguir siendo uribista, conservador o mamerto.

Pero no diga que no se lo advertimos.






PD - seguimos recibiendo videos de Colombianos en el exterior apoyando la campaña verde.  Los estamos publicando en esta página web:


http://verdesenelexterior.tumblr.com/

14 de abril de 2010

Los Colombianos en el Exterior también apoyamos a Antanas Mockus y el Partido Verde!!

Si eres Colombiano, vives en el exterior y planeas votar por Antanas, envíanos un video en el que digas tu nombre, tu origen, tu ciudad de residencia y las razones por las que quieres que Antanas sea nuestro presidente. Todo esto en menos de 10 segundos, para poderlo editar e incluirte en uno de nuestros videos.

Envía tu video al email partidoverde.london@googlemail.com (archivo de máximo 25 Mb) o súbelo directamente a Youtube y envíanos el link que nosotros lo organizamos.

Comparte este video; envíalo a tus amigos y familiares e invitalos a que se filmen también.



Votemos bien e invitemos a las personas en quienes confiamos a que lo hagan también. Solo así, construyéndolo nosotros mismos, disfrutaremos de un país mejor.


PD - Para quienes aún dudan que lo más urgente en este momento es un cambio ético y moral en el gobierno, los invito a que escuchen este editorial de Juan Gossaín con respecto a los documentos incautados por la Fiscalía General al DAS con respecto al caso de las famosas chuzadas.
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6 de abril de 2010

La Marea Verde

Por Hector Abad 


No son dos profesores despistados sino dos ciudadanos ejemplares que se hastiaron de la política corrupta. No son dos soñadores con la cabeza en las nubes sino dos hombres con los pies en la tierra que han demostrado (cuando fueron elegidos en las dos alcaldías más importantes del país) que saben administrar con eficiencia y pulcritud los recursos públicos. Ambos tienen experiencia administrativa y ya demostraron que son limpios y capaces de llevar a la práctica sus ideas de educación, civismo y no violencia. Medellín y Bogotá eran dos de las ciudades más desprestigiadas de la tierra y hoy son un ejemplo para América Latina, gracias a ellos. 

Antanas Mockus y Sergio Fajardo se han unido por una idea magnífica que no es superior a nuestras fuerzas: quieren un país digno y renovado, un Estado manejado por políticos limpios y sensatos, no por corruptos, energúmenos o violentos. Ellos representan lo mejor de Colombia: son dos estudiosos que no han llegado donde están por sus familias o por nombramientos politiqueros. Están juntos porque tienen un proyecto claro de país y son capaces de ser humildes y deponer los intereses personales por el bien de Colombia. 

Sus dos mayores contrincantes en la próxima contienda electoral son dos políticos que nunca han sido elegidos: siempre fueron nombrados por sus contactos y apellidos. Juan Manuel Santos y Noemí Sanín no han dirigido ni siquiera un pueblo chico y no pueden presentarse como más experimentados. Si uno de ellos falta, ¿se sentiría el país seguro en manos del inconsistente Angelino Garzón o del etéreo Luis Ernesto Mejía? Recuerden: todos somos mortales. 

Hay que celebrar la unión de Antanas Mockus y Sergio Fajardo. Su candidatura crecerá como espuma, como una gran marea verde y en la segunda vuelta sorprenderán a cualquiera que sea su contrincante. Unámonos al sueño de esta Colombia nueva, al sueño de un país donde sea más importante la educación que la guerra. En el que lo primero sean la salud y el agua y no el odio y las trincheras. Por un país seguro y decente, pero no plegado a los paramilitares o a los falsos positivos por el bien de una seguridad mal entendida. Ellos no claudicarán ante la guerrilla, pero al mismo tiempo eliminarán los caldos de cultivo de miseria donde crecen el descontento y la apatía. 

El sueño está creciendo y se va a hacer realidad. Los jóvenes que estudian están con ellos; los jóvenes que quieren tener un trabajo decente están con ellos; los empleados hartos de la corrupción y la compra de votos están con ellos. Los colombianos pensantes estamos con ellos. Únete a estos dos grandes profesores, a estos dos matemáticos que dejaron las aulas para construir una Colombia de la que nunca más nos tengamos que avergonzar.

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Desde Patadas de Ahogado nos hemos vinculado en cuerpo y alma a apoyar la Candidatura de Antanas Mockus y Sergio Fajardo, del Partido verde y Compromiso Ciudadano por Colombia, a la Presidencia de la República.

Creemos  que un país mejor es posible, y sabemos que para lograrlo debemos  dedicarnos a construir y no simplemente limitarnos a no dejarnos destruir

Les hemos compartido el texto anterior, que nos llegó por internet,  porque expresa maravillosamente el sentimiento de optimismo y esperanza que nos genera esta propuesta en la que hemos depositado toda nuestra confianza.  Si alguno de  ustedes aún no está convencido de que votar por Antanas Mockus este 30 de mayo es la mejor opción para su futuro y para el futuro de nuestro país, les pido que nos escriban a ando.pataleando@googlemail.com y nos den la oportunidad de convencerlos de lo contrario. 


18 de marzo de 2010

Porque estar verde....está de moda



"Yo NO voto por Mockus porque el tipo es excelente, pero está muy verde" - me dijo Laura la semana antes de las elecciones al congreso.  Ella era una de las tantas personas que aún creen el cuento de que Colombia puede colapsar si no se apoya la posición guerrerista de la seguridad democrática.  A ella también la convencieron de que nuestros problemas se solucionan a punta de bala, de chuzadas, de falsos positivos, de sobornos, politiquería y corrupción "en sus justas proporciones".  En resumen, estaba de acuerdo con que Fabio Valencia Cossio es un mal necesario que hay que soportar si queremos conseguir un mínimo de seguridad.


Mientras ella seguía comprando el cuento que le venden desde el gobierno, como le sigue pasando a una gran mayoría de Colombianos, algunos otros nos llenábamos de esperanza viendo a 3 viejos verdes paseando en bicicleta.  Llevaban una sonrisa gigante en la cara y un girasol en la mano e insistían en que construir un país distinto es posible. Basaron su campaña en hechos, pues pueden mostrar resultados más que tangibles tras su paso por la Alcaldía de Bogotá. Y mientras muchos, negando aquellos hechos, los acusaron de estar verdes en la política simplemente por ser honestos y no ceder ante la corrupción generalizada, ellos plantearon una campaña pulcra, positiva y propositiva; se elogiaron mutuamente a pesar de sus diferencias, se negaron a comprar votos, hablaron de construir sobre lo construido, convirtieron la vida y los recursos públicos en algo sagrado y dignificaron la política.  

Laura, escéptica, buscó en otros partidos a alguien con "cara de honesto" que le generara algo de confianza- y votó por él.  No reparó, como le pasó a muchos, en que la gran mayoría de los partidos dieron su aval a candidatos con cuentas pendientes con la justicia.  Es decir, que su candidato "honesto" inevitablemente iba a estar acompañado de delincuentes, o delincuentes en potencia.  Gracias a su voto por el Partido de la U, por el Partido Conservador, por Cambio Radical o por el Partido Liberal, es muy probable que en el próximo mandato podamos reencontrarnos con la famosa frase de: "Voten, voten por estos proyectos antes de que los metan en la cárcel", pronunciada en la legislatura anterior por nuestro honestísimo presidente Alvaro Uribe - adalid de la corrección y de la ética. Aunque a Laura intento no reprocharle nada porque por lo menos depositó su voto con buena voluntad.  Otros simplemente lo  regalaron o lo vendieron; votaron por el PIN (el partido de los parapolíticos).  Se ganaron 10 mil pesos o un tamal con chocolate y sin ningún reparo ni vergüenza entregaron la dignidad.

Ha pasado una semana desde las elecciones. Se siguen contando los votos, se siguen haciendo los análisis respectivos y a pesar de que los corruptos siguen conquistando algo de terreno, todo nos lleva hacia una conclusión muy positiva: estar verde se puso de moda.  Se puso de moda porque los Verdes entraron pisando fuerte en el Congreso.  Se puso de moda porque los jóvenes los apoyaron (estar jóven es estar verde, aunque en Colombia hay mucho joven que ya está rancio, podrido, que se identifica con Uribito, que avala la corrupción y que se autodenomina conservador). Estar verde se puso de moda porque siendo verdes podemos creer que se puede construir un país mejor, un país honesto, un país de mimos, de cultura ciudadana, de zanahoria y garrote.  Estar verde nos hace darnos cuenta de que somos nosotros mismos los que podemos generar ese cambio.

Y Laura, a pesar de sentir que se ha equivocado, está feliz.  Está feliz porque a ella, como a muchos otros, le queda otra oportunidad - y esta vez no la va a dejar pasar.  Va a votar por Antanas Mockus en las elecciones presidenciales del 30 de mayo.  

Porque ella, como todos los jóvenes de verdad, también quiere ser verde.  
Porque ella, como todos los verdes, está comprometida con construir un país distinto; un país mejor. 
Porque ella también se dio cuenta de que estar verde y feliz es mejor que estar rancio y amargo.

Definitivamente, estar verde está de moda.

Les recomiendo que visiten la página web del partido verde, que se enteren de las propuestas, que se contagien de honestidad.  Es una sensación deliciosa.  Entenderán por qué estos viejos verdes van tan sonrientes por la vida.





Patadas de Ahogado, como habrán podido ver, también está felizmente verde.


"Muéstrame a un joven conservador y te mostraré a alguien sin corazón"
Winston Churchill

8 de enero de 2010

Rabo de Paja

1

"Tienes Rabo de Paja, Catherine", le dije riendo con algo de ironía.

Ella me miró, esbozó una media sonrisa, entre amarga y desinteresada, y se giró a hablar con otra persona.

No entendí su reacción.  La fiesta estaba muy animada y todos estábamos felices, burlándonos los unos de los otros, mientras celebrábamos la despedida de nuestros amigos los Uribistas que iban de vuelta a Colombia a pasar navidad con la familia.  Me evitó toda la noche. Cuando por una u otra razón nos cruzábamos, ella inmediatamente evadía la mirada, recogía su trago nerviosamente y cambiaba de rumbo.

"¿Que te pasa, Catherine?" Le pregunté.

"Que no sé lo que significa -rabo de paja-" contestó, sin poder ocultar la vergüenza en su cara.

A pesar de tener parientes lejanos en la nobleza francesa y haber vivido la mayor parte de su vida en España, ella, la más ferviente fanática del Chinche Ulloa, se considera la más Colombiana de todo nuestro grupo de emigrantes. Por eso le es especialmente difícil el reconocer que no conoce el significado de esa expresión coloquial que para todos los demás resulta tan cotidiana. 
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2 

Hoy, algunos días después, he abierto el periódico.  Me encuentro que las Farc, después de atribuirse e intentar justificar el salvaje asesinato por degollación del Gobernador del Caquetá, han estrenado un documental en el que se muestran a si mismos como campesinos insurgentes luchando contra un gobierno opresor. Los narcotraficantes, asesinos y secuestradores de las Farc poniendo en movimiento todo su aparato diplomático para hacerse pasar por víctimas: lobos con piel de cordero.



Acto seguido, recibo un sinfín de mensajes vía Facebook, email y Twitter .  Mis amigos activistas, aquellos que (por desgracia o por suerte) han escapado de la indiferencia en Colombia, están indignados otra vez, y con justa razón.  "Tenemos que hacer algo!", me dicen.  No es posible que estos salvajes de las Farc sean tan descarados. Llueven y llueven ideas en este grupo minoritario de Colombianos que no se resigna a vivir en esta eterna guerra, mientras a la gran mayoría los hechos no les generan mayor inquietud, porque están anestesiados. 
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3 

En las noticias - varios de los acusados por los más recientes crímenes de estado, mal llamados "Falsos Positivos", han sido dejados en libertad por vencimiento de términos.  Es decir que, debido a la inoperancia del sistema judicial colombiano, los presuntos asesinos de 17 jóvenes inocentes a quienes mataron e hicieron pasar por guerrilleros muertos, están en la calle disfrutando de su libertad. Se espera que en menos de 2 semanas queden libres los otros investigados, aún sin juzgar. Y es muy probable que la totalidad de estos crímenes queden impunes.

Ese mismo sistema judicial, en apariencia inoperante, fue el mismo que en menos de un mes rastreó, acusó y encarceló al personaje que creó un grupo de Facebook comprometiéndose a matar a Jerónimo Uribe.  Si bien no me interesa discutir en este artículo si el castigo a este "artista" resentido y amenazante es adecuado o no, lo que sí demuestra la comparación de ambos casos es que en este país la justicia es para los de ruana. Y con este gobierno los de ruana son todos aquellos que no comulgan con las ideas del presidente y su séquito de ladrones. 



Impunes quedarán los "falsos positivos", de la misma manera en que el Comandante del Ejército que debía asumir la responsabilidad administrativa por este escándalo fue nombrado embajador; o como el Ministro de Defensa que debió caer cuando se destapó esta olla es ahora un fuerte candidato a la presidencia.  Impune quedará este abominable crimen cometido por miembros de nuestras Fuerzas Militares, así como el sinfín de otros crímenes cometidos por las figuras oscuras que rodean a nuestro presidente (incluidos sus hijos, ladrones de cuello blanco y víctimas de amenazas: otros lobos con piel de cordero). 
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4

- Así algunos se empeñen en lo contrario, es imposible creerle a las Farc porque, mientras pretenden denunciar la desigualdad, la explotación y la injusticia en nuestro país y dicen luchar por un país mejor, están traficando con drogas, sembrando minas antipersona, matando y secuestrando gente.

- Así muchos lo vean de otra manera, es imposible creerle a este gobierno porque, si bien se muestra indignado cada vez que explota cualquier escándalo criminal en su seno (y no han sido pocos),  nunca las investigaciones producen resultados tangibles y nunca los culpables son castigados.  La estrategia ya es conocida, pues la han empleado infinidad de veces:  anunciar a los cuatro vientos investigaciones y medidas contra quienes cometieron los crímenes para luego dejar pasar el tiempo y, confiando en la corta memoria de los colombianos, dedicarse a otros temas "más urgentes", como la reelección.  En algunos meses nadie preguntará por las madres de Soacha, igual que hoy ya nadie pregunta por Sabas Pretelt y su cohecho, por los congresistas juzgados por parapolítica o por las zonas francas de Tomás y Jerónimo, entre muchos otros.
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5

Que por qué te cuento todo esto, me preguntas.

Porque mientras esta situación no cambie, mientras los colombianos sigamos prefiriendo colarnos a hacer la fila, mientras optemos por sobornar al policía en lugar de pagar la multa, mientras sigamos creyendo que el que evade impuestos es un "vivo" (digno de admirar) y no un delincuente, mientras sigamos vendiendo nuestro voto, mientras sigamos eligiendo y reeligiendo políticos corruptos y glorificándolos porque el que había antes era peor,  mientras sigamos siendo indiferentes frente a las víctimas de nuestra guerra, o lo que es peor, mientras sigamos optando por denunciar las atrocidades cometidas por sólo uno de los dos bandos mientras negamos la responsabilidad y hasta la existencia del otro, mientras sigamos tachando al que piensa diferente de guerrillero o paramilitar....

Mientras todo esto siga pasando, querida Catherine, va a ser indispensable que tú, si quieres seguir sintiéndote tan Colombiana como de costumbre,  tengas perfectamente claro el significado de la expresión "Tener Rabo de Paja."  

Espero que esto ayude a aclarar tus dudas.  
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"En nuestro país, quien no tiene untada la nariz tiene untado el bolsillo"
Jaime Garzón - sobre el narcotráfico en Colombia, y el rabo de paja de los Colombianos.




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