Tuve la oportunidad en estos días de visitar el Natural History Museum de Londres para ver la exposición que celebra los 200 años del nacimiento de Charles Darwin. Una exposición maravillosa, no sólo por la puesta en escena o por la extensión de su colección sino principalmente por su enorme riqueza de contenido.
Vivió con los ojos abiertos. Siendo muy joven, al terminar sus estudios de teología, se embarcó en una aventura para conocer el mundo. A bordo del "HMS Beagle" y financiado por el gobierno Inglés, Darwin emprendió un viaje de dos años (que terminaron siendo 5) para recolectar y analizar ejemplares del mayor número de especies animales y vegetales posible. Convenció a su padre -que quería que fuera cura- de que esta locura era en realidad una oportunidad única; y no se equivocó.
Durante 5 años navegó, observó, recolectó y clasificó todo lo que encontró por el camino. Envió un sinfín de ejemplares animales y vegetales a Inglaterra. Otros muchos se los comió, porque al parecer su apetito y su gusto por las comidas exóticas eran igual de grandes a su avidez de conocimiento. Pero siempre estuvo alerta, con los ojos bien abiertos, observando sutiles diferencias, relaciones y similitudes, haciendo preguntas y buscando respuestas. Dedicó toda su vida a trabajar sobre los hallazgos de este viaje, y de sus estudios salió el soporte para la conocida "Teoría de la Evolución de las Especies". Fue el primero en sustentar de manera creíble la hipótesis de que todos los organismos vivos venimos de un ancestro común.
Han pasado 200 años desde su nacimiento y 150 desde la publicación de su libro "El Origen de las Especies", y su teoría no ha podido ser rebatida. Todo lo contrario. Cada vez se encuentran más argumentos para definir esta teoría como verdadera. Cuanto más se desarrolla la biología, la genética, la medicina y las demás ciencias, más claro está que tenía razón. Sobre lo que este hombre vio al analizar las diferencias entre tortugas, ruiseñores y avestruces aparentemente iguales se cimienta la ciencia moderna y el mundo como lo conocemos hoy en día. El poder de las ideas.
A pesar de que lo que propuso Darwin es hoy en día evidente, en un comienzo no fue fácil el aceptar su teoría. La Teoría de la Evolución riñe con las convicciones religiosas más amplia y profundamente difundidas. La teoría del ancestro común es incompatible con la historia de la creación que se narra en La Biblia (por lo menos lo es si se quiere tomar esta historia de manera literal). Dios creó al hombre a su imagen y semejanza para que fuese fecundo y se multiplicase; para que llenase la tierra y tuviese dominio sobre los peces del mar, las aves del cielo y todos los animales que se desplazan sobre ella, dice la Biblia. Sin embargo Dios no pudo haber hecho esto si el hombre evolucionó a partir de un primate, entre otras, porque esto convierte al hombre en un animal como cualquier otro de esos que supuestamente está destinado a dominar. Tampoco la creación pudo durar 7 días, pues el mundo como lo vemos hoy se formó a través de un proceso evolutivo de millones y millones de años, a partir de un ancestro común y de pequeñas modificaciones que fueron apareciendo generación tras generación. Cómo estos hay mil ejemplos de contradicciones en las que se entra al querer equiparar lo uno con lo otro.
En definitiva, para quien cree en la Biblia como una verdad revelada que no es susceptible de interpretarse, la Teoría de la Evolución es una hipótesis imposible de aceptar. Darwin era un hombre muy religioso, y su mujer aún más, y el abrir los ojos a esta realidad fue un proceso doloroso para él y su familia. A pesar del sufrimiento, al final los hechos y las pruebas científicas pudieron más que la fe y el corazón. Una decisión valiente, más si tenemos en cuenta el contexto sociocultural de hace 150 años.
Hoy en día, después de muchos años en que la evidencia de la veracidad de la Teoría de la Evolución no ha hecho sino aumentar, ha venido tomando fuerza el movimiento Creacionista (especialmente en Estados Unidos). Los Creacionistas, inspirados en dogmas religiosos y en una interpretación radicalmente literal de la Biblia, niegan la evolución y atribuyen la creación de la Tierra y de cada ser vivo a un acto de un ser divino. Se oponen a la enseñanza de la Teoría de la Evolución en los colegios y exigen que, por lo menos, se equipare la teoría Creacionista a la Teoría de la Evolución en las clases de ciencias, a pesar de no tener ningún soporte científico. Sabiamente el sistema educativo norteamericano no ha cedido aún a estas presiones y ha mantenido el génesis bíblico en las clases de religión y a Darwin en su altar entre las ciencias.
Este movimiento podría parecer completamente irrelevante, de no ser por el calado que tiene entre la población. Según los datos ofrecidos en la exposición, cerca del 57% de los norteamericanos se inclina a creer en la Teoría Creacionista en detrimento de la Teoría de la Evolución (entre los profesionales de la ciencia este porcentaje es de 0%). Es decir, a pesar de que está científicamente establecido que las especies evolucionan en el transcurso del tiempo, el 57% de la población norteamericana se niega a creerlo. Viendo esta cifra entiendo por qué fue en este país que se eligió y reeligió a George Bush como presidente.
Y mientras pensaba que "no hay peor ciego que el que no quiere ver", me vino a la mente la última encuesta de Gallup sobre favorabilidad a la reelección de Álvaro Uribe como presidente de nuestro país. Según esta encuesta, en Colombia padecemos el Síndrome Creacionista. A pesar de todas las evidencias sobre la falta de transparencia y la enorme corrupción que impera en este gobierno, la infinidad de escándalos en los que se ha visto envuelto y la turbiedad con que maneja los hilos del país, los Colombianos hemos decidido hacer la vista gorda y seguir apoyándolo. Hemos cerrado fuertemente los ojos ante la falta de ética, el mal manejo de la economía y las relaciones internacionales y ante el debilitamiento de nuestras instituciones para poder seguir creyendo que las Farc son nuestro único enemigo y que para derrotarlas debemos venderle el alma al diablo. O, por lo menos, eso parecen decir los de Gallup.
No pierdo la esperanza que para cuando lleguen las próximas elecciones los Colombianos hayamos seguido el ejemplo de Darwin y tengamos los ojos bien abiertos. Es hora de evolucionar un poco.
"La sanidad mental no es cuestión de estadística (Sanity is not Statistical)." George Orwell - 1984
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Justo antes de publicar este artículo me encontré este relato erótico medieval . Que lo disfruten...
*Las imágenes cortesía de Nivunation, touchi , Milkshake8 . Cabecera cortesía de andaria.
*Encuéntrelas en www.deviantart.com