El trailer...
...y una pequeña reflexión. Después de ver la película es inevitable llenarse de preguntas.
- ¿Qué tan factible es seguir haciendo la vista gorda ante la injusticia y los atropellos cometidos en nuestro país? ¿Será posible que mi indolencia y mi indiferencia estén colaborando activamente al recrudecimiento de la guerra en nuestro país?
- ¿Qué tan cierto es eso de que "A mi la guerra no me ha tocado de frente, y espero que nunca me toque"?
- ¿Qué tan posible es seguir cuidando estrictamente de lo mío, sin importar lo que le ocurre a los demás, y esperar que las cosas mejoren?
- ¿Será justificable el sostener que el asesinato de un inocente es un "error" de la política de seguridad democrática, pero que esos "errores" son asumibles en aras de la construcción de un país mejor? ¿Hemos pensado lo que deben sentir las familias de esos "errores"?
Quienes un día salimos a marchar en contra de las Farc, señalándolos explícitamente como uno de los responsables de nuestra tragedia, estamos perdiendo la legitimidad adquirida por el apoyo popular si no somos capaces de levantar la voz contra todos los tipos de injusticia en Colombia, vengan de donde vengan. El denunciar a las Farc no implicó en su momento (ni lo implica ahora) ser paramilitar o Uribista. Ni siquiera implica tener convicciones políticas de derecha. Simplemente fue denunciar la barbarie de un grupo que se escuda en un carácter político inexistente.
Bajo esta misma lógica, el denunciar los desmanes del gobierno o las actuaciones de grupos paramilitares aún existentes no debe implicar apoyar a la guerrilla. Todo lo contrario. Es nuestra responsabilidad. Es absolutamente necesario no enceguecernos con la visión de un país mejor, ni buscarlo cueste lo que cueste. Es la única manera de mantener legítima nuestra lucha que, a mi modo de ver, es la lucha por el respeto a la vida y a la dignidad.
Y para quienes aún no han dicho nada, sobre lo uno o lo otro (que al final es lo mismo), nunca es tarde para comenzar.
Que disfruten la película.