El presidente Álvaro Uribe califica el anuncio de la liberación de los secuestrados como una celada preparada por las Farc en unión con una dirigente política (léase Piedad Córdoba). Acusa a las Farc de querer hacer un show mediático para intentar abrirse un espacio político. Y tiene toda la razón. Nada más contradictorio que anunciar la liberación de seis secuestrados el día en que secuestran otros 10. Nada más descarado que pedir el establecimiento de una ley de canje permanente, buscando legitimar el secuestro como una práctica de presión política. Nada más lejos de una voluntad de paz que el actuar de este grupo de salvajes.
Sin embargo, evitando seguir centrando la discusión en las Farc, grupo de delincuentes cuyos objetivos son ampliamente conocidos por todos, quisiera abrir una reflexión hacia nosotros mismos. Hemos tolerado que nuestro gobierno viole el territorio de un país vecino para matar a Raúl Reyes (algunos incluso han salido a celebrarlo a la plaza de Bolívar con un muñeco del guerrillero abatido colgado en una horca). Hemos aceptado que se utilicen engañosamente los símbolos de la Cruz Roja en una operación militar para liberar secuestrados, violando las normas éticas de la guerra mundialmente reconocidas. Hemos entregado millonarias recompensas a delincuentes por el simple hecho de dejar de delinquir (uno de ellos entregó la mano cercenada de su jefe para probar su arrepentimiento y su bondad), mientras millones de colombianos trabajadores y honestos no ganan ni para mantener a sus familias(más de 18 millones de colombianos son oficialmente pobres, 6 millones de ellos certificados en la indigencia). Hemos guardado silencio ante el asesinato de un indígena a manos de la fuerza pública, calificándolo como un “error”. La “seguridad democrática” que hemos obtenido tiene este tipo de fallas; convierte un asesinato en un simple “error”. Pero es necesario tolerarlas en aras del bienestar general.
Hemos vendido todos nuestros principios buscando construir un país más seguro (no necesariamente un país mejor). ¿Por qué entonces es tan inaceptable aguantarnos un show político más, si como resultado vamos a obtener la liberación de 6 colombianos? ¿Va en contra de nuestros principios? ¿Cuáles principios?
http://www.elespectador.com/opinion/editorial/articulo101370-liberar-tambien-rescatar
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